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Conservan la inmediatez del momento en que fueron despachadas a un familiar o a un amigo, para hacerlo partícipe de un viaje o acercarle un pedazo del lugar de residencia. Viajaron en barco o en avión y llegaron a destino, perdieron la fuerza de la novedad y quizás fueron a dar a un cajón donde se guardan “aquellos pequeñas cosas”.

Pero el tiempo las revalorizó a la mirada atenta de coleccionistas que encontraron en la cartofilia un manera de recuperar la memoria histórica.
“A fines del siglo XIX, además de los filatelistas, que coleccionaban los enteros postales, emitidos por los distintos correos, aparecieron  los primeros coleccionistas de tarjetas postales que compartían la misma afición -reseña Alejandro Argüello, al frente de una de las casas más presencia en ambos rubros- Aunque a diferencia de los filatelistas, los cartofilos prefieren la tarjeta postal nueva o con la mejor imagen posible. Excepto en el caso de postales raras o de difícil acceso cuando  no son tan exigentes respecto del estado de conservación”.

Un dato curioso es que “muchas mujeres se hicieron coleccionistas de postales debido a que la mayor parte de la correspondencia se enviaba por este medio, que costaba la mitad de una carta normal y que en la época de nuestros abuelos estaba en boga. Así encontramos mucha correspondencia de novios o de viajeros que enviaban postales de cada lugar que visitaban”.

Detrás del mostrador de su local, Argüello está habituado a tratar con un tipo especial de cliente: son los turistas extranjeros que que acuden como en peregrinación en busca de antiguas postales de su país de origen o incluso el vapor en que viajaron sus antepasados, una demanda que se ha incrementado en gran medida por internet.

“Generalmente, el coleccionista busca postales de sus lugares de origen o una temática o la iconografía de algún lugar de su interés. Aunque la mayoría colecciona por simpatía, es decir compra lo que le resulta atractivo -apunta- Para la conservación de las postales existen álbumes, sobres protectores, etc., que son productos de bajo costo”.

Hay para todos los gustos y bolsillos, dado que “se puede comenzar una colección con una pequeña inversión desde $50 hasta $8.000. Las postales más costosas son aquellas de baja emisión y de un interés histórico o artístico que atrae a los coleccionistas”

Si bien “muchas de las postales son de bajo valor y no generan mayor interés en el mercado. cuando sale una buena colección a la venta, la puja es importante”, subraya Argüello.

En tanto, “a diferencia de la filatelia o la numismática, el cartofilo no necesita tener conocimientos muy específicos. Sí conocer un poco de historia y de casas editoras de postales, de las cuales existen catálogos con precios indicados”

En términos  de hobby,  además de distraer de las preocupaciones cotidianas , “permite al coleccionista viajar por diferentes lugares del mundo, conociendo costumbres y culturas”.

Prácticas, económicas y con varios matices

Su origen se remonta a octubre de 1869, con la idea de circular sin sobre y para comunicaciones breves. Si bien la idea original era del Dr. Heinrich Von Stephan, de Prusia (hoy Alemania), fueron los austríacos los primeros en implementar este producto postal, con la idea de incrementar el uso del correo. El invento cumplió su cometido ya que en el primer mes se vendieron 1.500.000 de tarjetas postales. Las medidas originales eran de 10 x 16 cm. Y tenían un sello postal impreso al frente donde debía ir la dirección.

A fines de ese siglo, irrumpieron en el negocios editores  particulares, mientras los correos mantenían la exclusividad de la distribución. Eran impresiones muy cuidadas de paisajes, monumentos, o ilustraciones de artistas célebres, aptas para el coleccionismo.

Direccionario

Filatelia Argüello
Maipú 484 Local 13
Tel. 4393-0816
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Kurcham
Viamonte 981
Tel. 4322-9950
www.kurcham.com

Filatelia Kevorkian
Maipú 466 Locales 10 y 12
Te.4322-4202  www.fk.filateliaarguello.com.ar

Numyfilia
9 de Julio 181 – Local 115 – Galería Ócean Morón
Tel. 4628 – 6868
www.numyfilia.com.ar

Por Oscar Muñoz